Tanto si vivimos en zonas muy lluviosas como si nos movemos en regiones cercanas al mar, posiblemente estemos acostumbrados a convivir con ambientes húmedos. Este aspecto, que puede parecer consustancial e inofensivo, puede convertirse en un problema para la mecánica de nuestro coche si no le dedicamos la atención que merece. Llegado el punto, podríamos tener que afrontar reparaciones costosas y comprar piezas de desguace ya que la humedad puede causar daños en diversas partes del vehículo. Te lo contamos a continuación.
Dónde nos puede perjudicar la humedad
La humedad es peligrosa para multitud de zonas de nuestro coche, por lo que deberemos evitarla en la medida de lo posible y prestar atención a algunas partes especialmente susceptibles. Una de ellas son los frenos, ya que los discos y los tambores pueden oxidarse y funcionar inadecuadamente; para evitarlo, es especialmente recomendable evitar zonas en las que se acumule agua y arrancar el coche con frecuencia.
Respecto a los faros del vehículo, el más mínimo daño en ellos podría hacer calar la humedad y causar una pérdida de eficiencia en las ópticas; si queremos evitarlo, bastará comprobar la ausencia de daños y que estén debidamente encajadas. El óxido también puede jugarnos una mala pasada en la cerradura, impidiendo que podamos abrir el vehículo; para no dar pie a ello, es recomendable usar un aerosol de antihumedad en el bombín de la cerradura.
Los limpiaparabrisas suponen un problema doble: en primer lugar, la humedad puede desgastar las gomas; para evitarlo, es primordial no usar el agua del grifo a la hora de rellenar el depósito de limpiaparabrisas. El segundo problema tiene que ver con su uso: la humedad da pie a que activemos los limpias sin líquido, lo cual no es recomendable. Como vemos, la humedad es inofensiva siempre y cuando prestemos atención a ciertos posibles problemas.