Muchos de los coches nuevos que encontramos en el mercado ya incorporan sensores de cámaras de aparcamiento que ayudan mucho a la hora de realizar maniobras de estacionamiento. De esta manera resultará más sencillo y rápido aparcar el coche, evitando además de los habituales golpes y rayonazos que se producen al no respetar las distancias de seguridad con otros vehículos.
Cómo me ayudan los sensores de aparcamiento
Los sensores de aparcamiento suelen estar situados en los parachoques delanteros y traseros. Se ocupan de medir la distancia que hay entre el vehículo que conducimos y otros elementos cercanos, ya sean coches, muros u otros obstáculos. Al acercarnos demasiado emite una señal sonora que nos avisa del riesgo de colisión. A medida que más nos acercamos, más estridente será el pitido.
En cuanto a la cámara, por medio de la pantalla que se sitúa en el salpicadero se podrá ver en tiempo real la visión del espacio en donde tratamos de aparcar. Otro elemento de utilidad que incorporan son las guías de color que ayudan a conocer con más claridad las distancias existentes respecto al resto de coches.
Una de las ventajas de los sensores de aparcamiento es que reducen los famosos puntos ciegos que hay en torno al vehículo, esos ángulos que son complicados de captar. Son una alternativa muy interesante para estacionar en aquellos espacios que sean excesivamente estrechos.
Gracias a los sensores se consigue también que el conductor no se agobie más de la cuenta en el momento de hacer la maniobra, sobre todo cuando se enfrente a condiciones un tanto complicadas por el poco espacio o simplemente cuando no se disponga de demasiada destreza para aparcar.
Por último, hay que valorar su capacidad para disminuir las posibilidades de sufrir daños en nuestro coche y dañar piezas del coche, ya sea contra otros o con los obstáculos que nos podamos encontrar en la calle.