Cuando sufrimos una avería o una de las piezas desguace de nuestro coche está desgastada por el uso o el paso del tiempo, lo habitual es acudir a un taller oficial o a una empresa especializada en recambios. La mayoría de estos sitios trabajan con gran profesionalidad y proporcionan los recambios oficiales que requiere nuestro vehículo. Sin embargo, una mala elección del taller puede ocasionarnos que acabemos pagando por un recambio pirata a precio de pieza oficial, con los riesgos que esto tiene para nuestra conducción.
Qué son y qué riesgos tienen los recambios falsos
Un recambio falso o pirata es una pieza de vehículo que no está producida por la marca del coche en cuestión, y que puede ser de mala calidad y con un coste de producción inferior. Se han dado casos de talleres que instalan este tipo de piezas a precio de recambio oficial, algo contra lo que ha advertido la DGT en numerosas ocasiones por el riesgo de ocasionar accidentes o problemas durante la conducción.
El problema de los recambios pirata es especialmente acuciante en algunas piezas determinadas, cuya originalidad es difícil de comprobar por el propietario del vehículo. Un ejemplo son las escobillas de los limpiaparabrisas, ya que si son pirata es más probable que sufran una rápida degradación, pudiendo dificultar la visibilidad sin previo aviso y llegando a despegarse en pleno viaje. Otro ejemplo recurrente es el de las baterías, que pueden dañar el ordenador de a bordo, ocasionar fallos eléctricos o incrementar el consumo de combustible, con el inherente impacto medioambiental.
El mayor riesgo al que nos enfrentamos, sin embargo, es el de las piezas no oficiales que tienen una función directa en nuestra seguridad, como por ejemplo los frenos. Unos frenos falsos incrementan la distancia de frenado y pueden dar pie a accidentes graves.