Todos hemos visto cómo en muchas ciudades han proliferado los establecimientos de compra y venta de segunda mano, algo que estalló con la llegada de la tan mediática crisis, lo que hizo que muchas personas buscasen alternativas más asequibles para comprar útiles para el hogar, el coche, trabajo, entretenimiento, etc. Lo mismo sucede con los desguaces, los cuales se han convertido en un formidable lugar para comprar piezas de camiones, coches, motos, bicicletas y prácticamente cualquier clase de vehículo.
A pesar de ello aún hay muchas personas que piensan que en un desguace no se pueden encontrar piezas de calidad, pero están completamente equivocados. Los desguaces de hoy en día poco o nada tienen que ver con los de hace unas cuantas décadas, los cuales podrían estar considerados hoy en día como auténticas chatarrerías y en muchos casos cerrados por la ley.
La normativa actual exige muchos requisitos a los desguaces actuales y por ello todas las piezas que se van recibiendo a lo largo del día, semana o mes, son revisadas por personal cualificado, expertos en mecánica, calderería, etc., quienes no solamente revisan las piezas una vez sino que lo hacen dos veces hasta convencerse de que están en perfecto estado para tener una segunda oportunidad en otro vehículo.
Cuando se han revisado y aprobado las piezas, pasan a formar parte del stock del desguace, que las incluye en su catálogo de productos y las pone a la venta. Obviamente los precios no son caros porque se trata de una pieza usada y el ahorro que puede haber entre una pieza de desguace (revisada dos veces y con garantía) y una pieza de fábrica es verdaderamente notable.
Esta es la razón por la que muchos profesionales del transporte deciden utilizar esta clase de piezas, no solo porque les darán el mismo servicio que una nueva sino porque están completamente garantizadas y el precio es mucho más asequible, lo mismo que ocurre con cualquier otra pieza de vehículos.