Una de las grandes ventajas que tenemos con los desguaces de coches más actuales es que podemos encontrar prácticamente cualquier clase de pieza, sobre todo para cuando se nos averíe o rompa la que tengamos en nuestro vehículo. Bombas de gasolina, radiadores, embragues, compresores o turbos entre muchas otras alternativas.
En este caso nos vamos a quedar con estas dos últimas piezas, los compresores y los turbos, dos piezas muy demandadas en los desguaces. Aunque parezcan lo mismo, no lo son y vamos a explicártelo de una manera muy sencilla en esta entrada.
Tanto el compresor como el turbo proporcionan más aire a los cilindros del que el que puede aspirar el propio motor por sí solo, aunque cada dispositivo tiene un funcionamiento diferente.
Por ejemplo, si se acciona por el propio motor gracias a un sistema de poleas y una correa, se trata de un compresor volumétrico y cuando se acciona mediante los gases de escape del motor estamos hablando de un turbo o turbocompresor.
El compresor, al estar accionado por el propio motor, proporciona una respuesta prácticamente inmediata a partir de un régimen, independientemente de si es bajo o no. En este caso, los expertos nos recuerdan que debido a su arrastre mecánico hace que pierda un poco de potencia, especialmente cuanto más rápido tenga que girar.
En lo referente al turbocompresor, hay que destacar que no perjudica al rendimiento mecánico, aunque sí hay que decir que cuenta con un problema. Por ejemplo, si el turbo es muy grande, la respuesta a bajo nivel es lenta dado que le cuesta más acelerar la turbina y todo lo contrario si la turbina es pequeña.
Estas son algunas de las principales características y diferencias de estas piezas que forman parte de muchos de los coches más modernos de hoy en día.