Cuando llevamos el coche al taller o compramos piezas en un desguace para reparar una avería de nuestro coche solemos pensar que ésta ha sido producida por el uso continuado del vehículo pero en muchas ocasiones no nos damos cuenta de que somos nosotros mismos los que provocamos las averías en el coche, bien sea por desidia o por malas manías a la hora de conducir.
¿Cuáles son las principales averías?
No importa si el coche es nuevo o de segunda mano, si es un coche básico o si es un superdeportivo, si no lo cuidamos podemos tener un motón de problemas mecánicos. Una de las principales averías la podemos encontrar provocada por la alta temperatura que puede alcanzar el motor.
Acelerar constantemente el motor y no controlar la temperatura, así como no controlar el líquido refrigerante y el agua puede hacer que el motor se desgaste rápidamente, consiguiendo reducir su vida útil, afectando a los pistones, cilindros, etc.
No tener en cuentan la presión de los neumáticos hace que seguramente se desgasten más por un lado que por otro, provocando inestabilidad, haciendo que frenar sea más difícil e incluso puede provocar problemas en la suspensión, sí, por algo tan sencillo.
Pisar el embrague cuando estamos parados en un semáforo, dejar a medio pisar el embrague y seguir acelerando también puede provocar daños en el embrague y repararlo no es precisamente barato. Lo mismo ocurre si abusamos del uso de los frenos, estos pueden dejar de funcionar correctamente, hacer que las pastillas se gasten demasiado, que los ferodos dañen el disco de freno o que los frenos creen “holgura”.
Tampoco podemos olvidarnos de otros errores como circular con el motor muy alto o muy bajo de revoluciones, no controlar los niveles de los líquidos, etc., no es que haya que extremar la seguridad al máximo, pero sí hay que tener cuidado con algunas manías, lo que puede hacer que por desidia o desconocimiento, acabe desembocando en una avería.